La ciudad a la que siempre regreso
conserva intacto su olor, su mismo color,
su atardecer prodigioso, su seco calor
y la portada de la sección de sucesos.
Encuentro a Don Hilarión rejuvenecido,
¡Oh Magerit mestiza al filo de la aurora,
con tu Gran Vía, imponente y seductora,
tu Huertas, tu Latina... Chamberí querido!
De pronto, en mi paseo, revelación asombrosa:
una ciudad es su gente, no la sala Galileo,
ni el Metro ni mi abono-transporte, fiel amigo.
Y al doblar la esquina de Isla de Arosa
con Islas Cíes (número siete) compruebo
que ya no volvería... que hoy me quedo en Vigo.
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