En Linares-Baeza
toreaba con el bolso a los tranvías
llevaba medias negras,
estaba como un tren de cercanías,
me dijo: -“¿tienes fuego?,
tranqui que me lo monto de legal
salí ayer del talego,
que guay si me invitaras a cenar”.
Me echó un cable la lluvia,
yo andaba con paraguas y ella no.
-"¿A dónde vamos rubia?".
-"A dónde tú me lleves". -contestó.
Así que fuimos hasta mi casa
que es el polo, le advertí.
-"Con un colchón nos basta,
de estufa, corazón, te tengo a ti".
Recalenté una sopa con
vino tinto, pan y salchichón.
A la segunda copa,
-¿qué hacemos con la ropa? -
preguntó,
y yo que nunca tuve más religión que un cuerpo de mujer,
del cuello de una nube aquella madrugada me colgué,
¡ay como gocé!.
Estaba solo cuando
al día siguiente el sol me desveló,
me desperté abrazando
el hueco de su ausencia en mi colchón.
Lo malo no es que huyera
con mi cartera y mi Gibson Les Paul,
peor es que se fuera
robándome además el corazón.
De noche piel de hada,
a plena luz del día Cruella de Vil,
maldita madrugada
y yo que me creía Steve McQueen.
(E incluso Brad Pitt)
Si en algún paso cebra la encuentras,
dile que le he escrito un blues,
llevaba medias negras,
bufanda a cuadros, minifalda azul.
Llevaba medias negras, la conocí en la estación.
En el andén de los besos perdidos,
toreando el tren expreso del olvido.
¿Cómo pudo sucederme a mí?,
esa mujer me robó el mes de abril.
Para seguirle la pista
soborno a los maquinistas.
Con el fogonero, con el revisor,
pierdo los sábados al dominó.
Puedes volver a robarme
pero tendrás que besarme.
Linares-Baeza,
Alcázar de San Juan,
aves que vuelan,
Talgos que se van.
El Transiberiano y el Orient-Express
son mis cofradres de chemin de fer.
Lo malo de los artistas
es cuando son masoquistas.
Yo soy un hombre sincero,
sin cero y sin infinito
y antes de morirme quiero
vivir la vida un poquito.
Llevaba medias negras
la conocí en la estación.
Y si la ves en Linares-Baeza
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