Tendría que darle libertad a mis labios
para que dijeran lo que sienten,
pero no voy a hacerlo.
Tendría que taparle la boca a alguien
que no cesa de rompernos el alma,
pero no voy a hacerlo.
Tendría que revolver en mis recuerdos
y recuperar historias extrañas de otros tiempos,
pero no voy a hacerlo.
Tendría que apelar a la ética
y a lo de la paja en el ojo propio,
pero no voy a hacerlo.
Tendría que lanzarme al monte
como las cabras para cabrearme a gusto,
pero no voy a hacerlo.
Tendría que plantarme en medio de la noche
y decirle a más de uno que donde las dan, las toman,
pero no voy a hacerlo.
Prefiero irme a la otra orilla,
a la de la calma,
a la de la paz,
a la del silencio.
1 comentario:
Estos versos, incialmente escritos en prosa, forman parte de una carta que Pepe Domingo Castaño escribió después de que un compañero y amigo suyo recibiese una serie de improperios por parte de una persona conocida por ambos.
Hoy recuerdo la noche del viernes y siento que me gustaría haberlo escrito a mí.
Al releer la carta, ví cada verso y decidí publicarlo, porque pocas veces ha encajado tan bien una entrada en este blog.
Así es como me siento hoy. Gracias Pepe.
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