Y si la pálida dama
asoma su guadaña
con algún aviso serio,
como siento ahora
su amenaza en mi pecho...
entonces ¿me conformaré
con un desierto sin oasis,
con esta playa sin mar?
Fumaré hasta reventar
y esta madrugada ahogaré
mi mierda en un café,
tensando la salud hasta morir
o llorar.
Es lo único que me apetece,
lo único que me queda,
lo único que quiero.
La única solución.
Llorar,
llorar,
llorar hasta caer derrotado
en brazos del sueño.
Llorar,
llorar,
llorar hasta que llegue mañana
y me despierte a celebrar el sábado
llevando el zumo a la cama
de mi mujer y mi hija.
Llorar,
llorar,
llorar otra vez hasta sentirme vivo.
Llorar,
llorar,
llorar...
nada más.
Nadie más.
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