A menudo los fantasmas que se me aparecen
provocan escalofríos, aires de tristeza...
pero hoy tengo un alejandrino en esta cabeza
que les dará a mis espectros lo que se merecen.
He tomado la resolución de ser feliz.
Pero no como el poeta al que tanto recito
si no como hombre consciente de que necesito
los besos de mi hija, algún abrazo y sentir.
Sentir, quizás menos de lo que ahora mismo siento,
pasar de todo y decir la verdad cuando miento,
ponerme la risa por montera, y olvidar...
Al final, pese a todo y a todos: soledad
donde construir trincheras de felicidad,
donde nada importa y sólo me queda soñar.
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