sólo una tarde de recados y tareas
y yo me tumbo en el suelo
y ensayo el desmayo que es tu ausencia
y siento el frío de la tierra
como un abrazo de sala de embarque,
pasajeros al tren, despega el vuelo,
quizá no te dije que te quiero
tantas veces como pude,
y me levanto sintiendo que el cuerpo,
como el alma, es más viejo
y quizá por eso esta soledad
tan de número primo,
de neutrino incomprendido en su odisea,
de coche en segunda fila,
de carta extraviada en algún frente.
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