incoloro, un rastro de cenizas
pendiente del vacío,
un agujero sin sus bordes.
Otra cosa no había.
¿Ha valido la pena
llegar hasta estas vecindades
inapelables de la incertidumbre
sólo para volver a constatar
que la nada colinda con la nada?
Detrás del aire, el aire.
De esta parte ¿qué queda?
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