hubo un tiempo en que soñé que escribía
un verso que te arañaba, te conmovía
y me acercaba al Templo de Minerva.
Era un verso que he perseguido a tientas
entre poetas malditos (benditos poetas)
cantantes orates, sabios y falsos profetas.
Jamás lo alcancé, aunque tú me mientas.
En la encrucijada inicial de cada soneto
asoman sus rostros pasión y lamento,
la ilusión y el tormento de cada momento.
Y busco el verso. Sólo ése. Te lo prometo.
Leerlo en otros me ayuda a sentirme más vivo
aunque he dejado de soñar que yo lo escribo.
Recreación del Foro de Nerva (Roma) con el Templo de Minerva al fondo |
No hay comentarios:
Publicar un comentario