Joaquín Sabina

Siempre que uno viene a Galicia, 
a uno le da saltitos el corazón.

Yo conocí a los gallegos 
en las cocinas de los restaurantes de Londres 
y luego me he sentido muy orgulloso 
en Buenos Aires y en México, 
donde pese a ser andaluz 
era el gallego. 

Esa vocación 
maravillosamente universal y marinera 
que la aprende uno cuando está en Latinoamérica, 
donde todo el mundo es gallego 
o hijo o nieto de gallegos 
y donde el centro gallego ha sido 
muchos años 
más importante 
que la embajada de España.

Feliz día de Santiago

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