Decía que se escribe porque existir no basta
y que él pasó de incógnito a través de su vida;
que ser poeta era su forma de estar solo
y que se sintió siempre
vencido igual que alguien que sabe la verdad.
Al lado de su estatua,
le he contado a María que Pessoa soñaba
estar lejos, aparte de quien era;
que construía ruinas
y que algunos le llaman
el arquitecto de lo inacabado.
Creía que esconderse era ser libre
y que cerrar los ojos le apartaba del miedo:
-Cambia por vino el dulce amor que no tendrás.
Ayer vine a Lisboa
porque era la ciudad de ese hombre triste
que sólo peleaba para huir del combate;
que pensó que quien calla es dueño del silencio;
que no necesitaba más que siete palabras
para contar su historia:
envidio a todos porque no son yo;
y hoy me marcho seguro de que no cambiaría
sus versos negros por la marca blanca
de tu anillo en mi piel.
Prefiero estar contigo y que me olviden
a escribir una obra maestra en la que cuente
que aún no te he encontrado o que ya te perdí.
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