Cuando llega la hora de los valientes,
cuando estalla la guerra de lo cotidiano,
cuando se trata de apretar los dientes
y de tender, de nuevo y más firme, la mano.
Cuando cada palabra de aliento es un mundo,
cuando un gesto cariñoso es una utopía,
cuando un abrazo es un tesoro de un segundo
y una mano caliente templa a la mano fría.
Cuando tanto me necesitas y cuánto te necesito,
cuando el insomnio se instala en la cama,
cuando la obligación de la piel que habito
es defender la alegría a cara de perro,
es abrir presuroso cuando tú me llamas,
es superar nuestra cuesta de enero.
1 comentario:
Ole Maestro, con este poema es como subir en ascensor.
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