Cada telediario, en estos días
de ajustes, bancarrotas y miseria,
es el tren de la bruja de la feria
y el miedo al corralito ¡qué agonía!
¡Milagro! Sigo vivo todavía
y, si la plusvalía rompe arterias,
mejor quemar las naves de la histeria
que emborracharse de melancolía.
Si en Babilonia, Grecia, Marte, Francia,
los principios no sirven ni de adorno
bienvenido el cinismo y la ignorancia.
A la hora del Titanic y el soborno
la integridad no tiene más sustancia
que el argumento de una peli porno.
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